ensayos minimalistas // 05 / vestidos al sol
No es fácil enfrentarme a la marea informe y azarosa de objetos. Cada cosa ha sido cultivada, construida, manufacturada, transportada, comprada, deseada. Y ahora me mira, cada cosa, desde ese purgatorio, esperando mi decisión. ¿Me hace feliz? Materia y energía. Ensayo y error.
5 / Vestidos al sol
No es sencillo desmontar una vida como si fuese un reloj a cuerda. Abrir la tapa, separar pieza por pieza, reemplazar las que no funcionan, engrasar el mecanismo y volver a cerrar hasta escuchar, satisfecha, el nuevo tic tac.
He puesto unas 358 lavadoras. El viento cálido sin pausa ni atenuantes que ventila el estrecho balcón ha sido mi aliado. Hay algo de ritual en ese despliegue de mantas al sol, de prendas húmedas recibiendo su ración de aire hasta quedar con olor a cosa nueva. Las doblo en un perfecto origami y las reparto por las habitaciones. Junto con ese acto prosaico la existencia parece acomodarse. Se respiran flamantes certezas.
Les hago un tour a Hijes por mi armario para que observen la hazaña: una serie de canastos con ropa dispuesta en vertical, que puede elegirse de una sola ojeada y sin desmantelar el resto. Evito caer en la obsesión, los sujetadores no se parecen en nada a una caja de bombones como propone mi gurú.
Cada asignatura se corresponde a un área de la vida. Seleccionar la ropa es hacer el duelo por el cuerpo que ya no tengo. Es sincerarme con algunas relaciones y decirme que esos vestidos regalados ahora no me dicen nada. Y no caer en la tentación de pasarle a Hija esas herencias. Es vestir con honestidad y gozo a la mujer que quiero ser ahora mismo.
Ya empecé con los papeles y recuerdos. Es lo que se deja para el final según el manual y tiene su lógica. He descartado al completo los documentos en papel de cursos que hice alguna vez, incluidas mis coloridas conclusiones que tanta información me dieron en su momento y que ahora resultan crípticas, anacrónicas.
He guardado recuerdos escolares sin meterme en detalle, confiando en que una caja de escritura infantil será algún día un tesoro para repasar en familia, una máquina del tiempo para la abuela que quizá sea.
Lápices de colores, papeles en blanco, los cables imprescindibles. Cuando logre dejar el escritorio impoluto se inaugurará otra etapa en mi proyecto laboral. Podré dar por concluida mi mudanza 19 y prepararme para un otoño pleno de novedades.
La sensación de peso se va limpiando. Miro el girar loco del centrifugado y siento que algo de eso vivo en propia carne. Cuando deje de dar vueltas, me estiraré al sol para recibir aire marino. Respiraré profundo y mi piel olerá a nuevo.