Mi hija me dice que escuche Taylor Swift
Mi tía me dice que me corte el pelo
Mi madre me dice que sea fuerte
Mi agenda me dice que cumpla las obligaciones del día
Mi cerebro me dice que vuelva al terreno conocido, que lance algún anzuelo en el silencio
Mi vergüenza me dice que ya tendría que haberlo superado
Mis amigas me dicen
que tome flores de bach, cuatro gotas, cuatro veces al día,
que me dé permiso para sobrevivir y nada más,
que ponga una muralla de indiferencia
que vuelva a mirarme al espejo
Mi alma me dice que salga a caminar por la playa
a sentir la arena en los pies
Y mi cuerpo bendito me acompaña
………………..
LA TORMENTA DE ARENA.
A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes.
Y esto se repite una y otra vez.
Como una danza macabra con la muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso.
Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí solo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta. Y tú en verdad la atravesarás, claro está.
La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica. Pero por más metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillas se tratase.
Muchas personas han derramado allí su sangre y tú, asimismo, derramarás allí la tuya. Sangre caliente y roja. Y esa sangre se verterá en tus manos. Tu sangre y, también, la sangre de los demás.
Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad.
Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena.
Haruki Murakami, Kafka en la Orilla. 2006.
(Citado en el pódcast “Supéralo por favor”)