Se me hacen las tres de la madrugada bordando unos versos.
“Los segundos están hechos de niebla”
Son los versos de Amelia. Los míos están hechos de esta aguja quizá demasiado gruesa y este hilo tal vez demasiado negro.
Son los segundos de Amelia. Es su respiración que se acabó de disipar el 22 de febrero y dejó este cielo limpio y estrellado de su recuerdo.
La última vez que la vi quedó rebotando en mi cabeza una frase esencial.
“Estoy viva”
La dejamos en la puerta de su casa una mañana de sol, con su bolsa de verduras del mercado, demasiado cansada para ir a pie y antes de entrar, iluminada por ese sábado, nos dijo “estoy viva”.
Detrás de eso, debajo de eso, nada más se sostiene. Ni preocupaciones, ni prisas, ni peleas. Ella lo sabía en su cuerpo. Era la segunda vez que dialogaba con su cáncer y esta vez su figura de pajarito se agotó al enfrentarlo.
Amelia Burke era una activista del decrecimiento y de la salud mental. Una artista de la vida que llevó la coherencia de sus valores a cada movimiento cotidiano. Es la única persona que conocí que no tenía teléfono móvil. Quien quería hablar con ella lo sabía. Email. Teléfono fijo. Su paz era anacrónica. Una rebelión sin pose.
Nos juntamos para recordarla y vemos que su obra está viva, sigue generando conexiones, ideas, diálogos.
Su proyecto de más trayectoria, Fabricants de Futur, no era fácil de entender. A veces me aburría ir a sus talleres. Y ahora sé que era mi defensa porque tocaba demasiado hondo.
Con su sonrisa y su voz lenta y suave, con el acento de Escocia lustrando cada sílaba, te desafiaba a indagar en las contradicciones cotidianas, a observar el dato obvio de que este mundo se acaba tal como lo conocemos, a preguntarte qué haces tú para cambiar un milímetro la realidad.
Con sus eventos estrafalarios, con sus artefactos artesanos hechos de imaginación y manos delicadas, desafiaba, preguntaba en alto, con humor, suavidad y gracia. Sin efectos especiales ni aspavientos.
No tuvo un ritual de despedida al uso y quienes compartimos algún picnic en la playa para su cumpleaños de pleno verano o la música melancólica y alegre de su violín o alguna de sus acciones antisistema, nos quedamos un poco huérfanos de cierre. En unos días concidirán varios homenajes donde recordarla.
Los segundos están hechos de niebla.
Hoy por fin puedo escribir este texto, con el eco de sus versos, buscándola en estas puntadas, en estas sílabas que una vez Amelia unió para unir la muerte y la vida.
(versos de Amelia Burke que estoy bordando y formarán parte de Ars Poética en Sant Martí d’Empúries, L’Escala el 30 de abril. En 2013 colaboré en el diseño y maquetación del catálogo de una exposición con las pinturas que hizo durante su cáncer donde publicó estos poemas. Debajo, videos y links sobre Amelia)
El búho (2010)
El búho mira, transformando el cuadro en vidrio blanco
No veo, los segundos están hechos de niebal, y los ojos del búho miran.
Miran desde el umbral, perplejos con sombra castaña
Miran tras las plumas, uñas, alas y dos copas de pena
Su aliento se convierte en polvo blanco, como perlas imperceptibles
Entre este momento y mi pajarito recuerdo
¡Está!
Y digo —Eres el búho.
La luz de mil pétalos blancos
La casa permanece
Cuadrada, bajita y dura
Esa casa de hormiga, molar de vaca
¡Que venga tu bautismo de ternura!
Se acordó
De la sombra
Que entró
Por la ventana
Que espantó
A la mesa
Que amenazó
A la camaLa casa permanece
Resistente en la brisa ligera
Sus muros invitan al sol
Ni abierta ni cerrada¡A las cinco vino!
Por la chimenea entró
Por la ventana salió
La puerta se abrió y la cerró
Y por sus manos se cayó
La luz de mil pétalos blancos
Fabricants de Futur y sus actividades, en la web de Franquearte
precioso Andrea! que inspirador el espacio que le has creado.... gracias
Qué solas nos quedamos sin las sabias.