Siento que fracaso otra vez. Y que escribir es observar ese fracaso desde un lugar sin victimismo, con curiosidad.
Ajeno y a la vez lo más propio que puede existir. Como el olor de una, como las huellas dactilares.
Mi mente es mil monos locos saltando de rama en rama.
Tengo abiertos unos diez libros electrónicos, más tres en papel, escucho podcast en audio y vídeo, leo mis notas de 2022 en una libreta azul y pequeña, mis archivos de la semana pasada. No es una exageración, es literal.
Hay tres textos inacabados para esta serie: uno incluye la muerte y necesito más aire para poder ponerle punto final.
Me propuse una tarea cuasiperiodística y no me sirve escribir desde ahí. Me reto, me riño. Pruebo otra vez.
Paro, leo lo que escriben otras, ese refugio, la esperanza renovada de que es posible decir algo con sentido; ahora es Milena Busquets (su último libro, su substack que pago), tan cercana en edad, en vivencias, en geografía, que me animo a enviarle un email.
Vivian Gornick para un taller de lectura con otra de mis amigas hechas por carta, la de una voz impecable y palabras misteriosas. Nos contamos desventuras por whatsapp.
Y solo aquí, enfilando palabras una detrás de otra como ordenadas filas de hormigas dispuestas a ir hacia algún lugar, amaina el caos.
Y solo sobre la tela, dejando que el hilo transcurra, negro o azul, calmo el cuerpo, empezando por las manos. Bailar siempre funciona.
Proceso toda esa información a velocidad de fibra óptica y confío en que en algún lugar antiguo se está cocinando algo a fuego lento.
Decido que escribiré por aquí la novela que no será nunca. Y me dejo la opción de cambiar de opinión dentro de media hora, cuando salga a caminar al lado del mar para ir a una clase de francés con una bolsa de ropa para lavar.
Con el sol explicándolo todo.
Decido que daré un giro a la autoficción, un paso en el vacío donde mis notas y mi experiencia serán la materia prima de un artefacto nuevo. Es un territorio tan íntimo que puedo narrarlo si tomo una prudente distancia.
Ya que la prudencia me la ahorro cuando se trata de mis decisiones vitales, para escribir “peligrosamente” (eso le aconseja Joyce a Becket en la película Dance First) bajaré un par de cambios al riesgo.
“Con la escritura: hay que esforzarse. (...) Para estar con un hombre: no”
Dice Milena Busquets en Ensayo general. Me parece que lo estoy haciendo al revés.
Creo mis bordes, los desbordo. Una y otra vez. Soy muy disciplinada con la indisciplina.
Estoy aquí, después de un marzo mudo, nadie me espera ni me sanciona. Excepto yo, nada más y nada menos.
Hoy me trato más amablemente. Y escribo y lanzo párrafos al aire.
Hoy no, mañana. Hoy, no mañana.
(Más abajo, ejercicio en la última sesión del taller de escritura Cuaderno Azul, que me ocupa cada miércoles. Consigna: palabras que empiecen con la letra A, y jugar, sobre todo jugar)
Apareciste amodorrada ¿aspiraste adrenalina?
Amar, arrojarse, asfixiar: artilugios antiguos, antiestéticos.
Andamos astutas, abiertamente. Amanece azul. Abandonamos.
Ante algunas astucias adorables accedo. Admito, absorbo. Agradezco. Ahora arranco a Argentina. Acelero.
Acepto ágil, amistosamente. Arrojo armas. Anticipo adornos. Anhelo alimentos alegres. ¿Accedés a amores adictivos?
Aprovechemos, anochece. Ayudemos, apuremos. ¿Apetece arte? ¿Animamos acciones?
¿Almacenero?¿Antropólogo? ¿Anestesista? Aquí autora, aspirante a atleta, a astróloga. Atajo asnos, admiro anteojos, atrapo abominables. Ahuyento asimetrías.
¿Andiamo?
M'he llegit dues vegades "Vincles ferotges" i "La dona singular i la ciutat". I els tornaria a llegir! :-D
Ara estic llegint "La situació i la història", crec que aquest t'encantaria i t'animaria molt a escriure.
Jo sí que t'esperava! M'agradaria una carta cada setmana!!! També estic llegint a la Gornick, amb quin llibre estàs?