Diario de otra procrastinadora #04
Escribir para perderme. Mafalda, bosques y pornografía.
ya no tengo hambre
ni espero a nadie
no hay nada que resolver
decido que es hora de hacer algo para mí
me pongo a bordar y me pincho un dedo
empiezo una serie y la interrumpo
dejo un té a la mitad
una galleta mordida
no sé
no tengo idea
de qué hacer
cuando ya no queda nada por hacer
{{{{{{{{{
Todo parece regirse por el mismo criterio de productividad: Cuánto.
Aunque el balance sea siempre menos que cero, porque lo importante es producir para consumir, consumir para producir.
Cuántas líneas escribiste. Cuántos libros publicaste. Cuántos vendiste. Cuántos seguidores. Cuántos clics. Y si todo esto está completado, la próxima vuelta está vacía otra vez. ¿Ya estás escribiendo el próximo? Sísifo. Uf.
Y el producto soy yo. Mi tiempo. Mi atención cada vez más fragmentada. Piedras que brillan y se apagan cuando me acerco.
¿Amigas de verdad? ¿Conversaciones de verdad? ¿Encuentros de verdad?
La pornografía en todo. Exposición integral. Parámetros irreales que no pueden imitar ni siquiera las versiones humanas de esos humanos editados. Chicas que piden cirugías para parecerse al filtro de sus retratos.
Poner la cámara, enfocar, llorar, porque se lleva el relato vulnerable o ser sobreviviente de un pico de ansiedad.
Prefiero el mantel lento, la sábana lenta. El anonimato no registrado de esa conexión que nadie más vio. Que incluso mi memoria desplazará. Qué manía la de medirlo todo y documentarlo después.
}}}}}}}}}}
Crear también es esto. Que el proceso importe más que la meta. La belleza del esfuerzo, la ética del error. Sin esa búsqueda no tiene ningún sentido un resultado que puede superar una de esas inteligencias aritméticas que comen información y vomitan eso: resultados.
Lo humano es la imperfección. Lo humano es el camino. ¿Tiene algún sentido una maratón si llego antes a la línea de meta fresca y en coche? La gente corre para sudar. La gente corre para correr.
Ya está. Ya me quejé. Ya puse toda la culpa en eso tan ajeno que es “estos tiempos”, “esta generación”. Ya puedo quedarme con los brazos cruzados y la conciencia en paz y huir por algún otro túnel anestésico de distracción.
Y recuerdo a Mafalda preguntándose en los ‘70 qué pasará “cuando la sociedad de consumo llegue a la saciedad de consumo”. Parece que no es nuevo y que la saciedad no llega jamás.
Entonces concluyo que lo importante será enfocarme en mi sed, en mi hambre, cultivarlos, ver qué necesitan. Prepararles algún alimento más sofisticado. No buscar la pastilla que los acalle más rápido, indolora y sintéticamente.
Me ensucio, me enredo, me repito. Me pierdo en el caos precioso de la palabra sabiendo de antemano que he perdido. Sabiendo que me he perdido. Y que me adentré en ese bosque para perderme, no para salir sin marcas.
En fin. Eso. Escribo. What else.
Mafalda, original en Ediciones de la Flor
Escribí “Diario de una procrastinadora” en junio-agosto de 2021
Totalment d'acord amb aquesta sensació de consumisme insaciable, fins i tot amb les coses no materials. I amb la importància del procés i del que ens aporta per matisar la noció de "resultat". M'encanta com ho descrius!